Aturdida

Y ahí ella, tan dulcemente frágil.
Su cuerpo aletargado descansa sobre un colchón,
la luz del sol calienta su piel,
mira por la ventana imaginando un mundo distinto.
Piensa, siente como perdida y se deja llevar,
le pesa el corazón demasiado grande para tan pequeña figura.
A veces no lo siente,
pero cuando se hace notar
quisiera arrancárselo, tirarlo por el balcón y liberarse.
Un frenesí se apodera y toma el control de su ser.
El dolor es tan punzante ya que siente un nudo en la garganta,
la taquicardia esta vez más violenta que nunca
le nubla la vista,
los sentidos se anulan.
Ahora es solo su voz en el silencio, un vacío alrededor.
Espera
como adormecida
volver a sentir la belleza,
poder tocar el amor.
Calma, de nuevo todo es claro
apoya sus pies en el suelo.
Cerca del borde respira profundo,
mira el horizonte y empieza a caer.

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