Cogito Ergo Sum

Una vez que se agotaron todos los recursos, las palabras y las ganas de sentir, solo queda el silencio.  La espera, el letargo, pensar indefinidamente pensar, soñar, pero no ilusionarse ni imaginar situaciones ficticias.
Ellas, enemigas hasta la muerte, juegan con la mente de uno. Son estafadoras profesionales, nunca nada les sale mal, se meten disfrazadas de esperanza, deseo y hasta fé. No se dejen engañar, son viles pero no egoístas, ya que no buscan satisfacerse.
Su hermano, el miedo, es aún peor: Paraliza. Juega con la mente. No deja respirar. Angustia. Dolor.
Por momentos se mezcla con la incertidumbre y la confusion para crear la combinación perfecta para estallar tu cabeza, y lo logran con creces.
Es realmente el cerebro una virtud?
Dónde esta el inconsciente? Que salga que tengo que decirle un par de cosas...
Hasta que punto podemos interpretar todo el tiempo al otro? Vale realmente la pena perder tiempo en maquinaciones de ese calibre?

Por momentos desearía nunca haberte conocido. Después me doy cuenta de que no es así en absoluto. Y la síntesis de esta dialéctica finalmente es... que ya no voy a contarte nada, que voy a desaparecer de a poco sin que lo notes, que después de exponerme tanto a los rayos del sol decidí quedarme en mi casa un rato a ver si me deja de arder la piel, que es una cuento sin final abierto (creo que adivino lo que va a pasar). Que va a doler más que una quemadura solar, sin dudas. Que por momentos tenga síndrome de abstinencia, seguramente.
Solo sé una cosa: que no me voy a arrepentir.

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