Nocturna - O.Girondo
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo, y cuál será la intención de los papeles que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras, y en que las cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa, al dar la vuelta a la llave de la electricidad, en el espato que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones. Y a veces las cruces de los postes telefónicos, sobre las azoteas, tienen algo de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes, como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende de que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.
¡Silencio! –Grillo afónico que nos mete en el oído –, ¡Cantar de las canillas mal cerradas! –único Grillo que le conviene a la ciudad –.